CARACAS.- Un país partido al medio; esa es la foto que dejó el convulsionado martes venezolano. El dirigente opositor Leopoldo López salió de la clandestinidad y se entregó a la Justicia, mientras decenas de miles de sus adherentes marchaban por las calles de Caracas. Al mismo tiempo, los partidarios del presidente Nicolás Maduro también ganaban las calles con las clásicas camisas y remeras rojas que distinguen al chavismo.
La situación no cambia. La mitad de los 29 millones de venezolanas respalda las reformas socialistas que Maduro heredó de Hugo Chávez. La otra mitad reclama un cambio de timonel, cansados de la inflación y de la galopante delincuencia.
Sobre López pesaba una orden de arresto desde la semana pasada. El Gobierno lo responsabiliza por la violencia desatada en las marchas. En medio de ese caos murieron cuatro personas. López dejó su escondite, apareció ante miles de simpatizantes, dio un breve discurso y trepó a una tanqueta que vigilaba la concentración.
Con una bandera venezolana en el puño derecho en alto y una flor en la mano izquierda, López entró al vehículo mientras sus seguidores coreaban “Leopoldo, amigo, el pueblo está contigo”.
“Si mi encarcelamiento vale para el despertar de un pueblo, para que Venezuela despierte definitivamente y podamos construir ese cambio en paz y democracia... Entonces vale este encarcelamiento infame”, gritó López. Luego la Guardia Nacional se lo llevó, primero en el vehículo blindado y después en una camioneta todoterreno. Del aeropuerto militar de Caracas lo trasladaron al Palacio de Justicia para que le leyeran los términos de la acusación. Los cargos son asociación para el delito, terrorismo y homicidio
“Este jefe político de la derecha fascista venezolana ya está en manos de la Justicia”, celebró Maduro desde el Palacio de Gobierno, ante la multitud de trabajadores petroleros que marcharon en su apoyo. “Tiene que responder ante la Fiscalía, ante los tribunales, sus llamados a la sedición, al desconocimiento de la Constitución”, añadió el presidente.
Según Maduro, la escolta de la Guardia Nacional tenía como objeto salvarle la vida a López. Explicó que la derecha había desplazado “grupos extraños” para matarlo y generar una guerra civil, buscando su derrocamiento.
Mientras, la coalición opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) emitió una declaración apoyando a López. Destacaron que las acusaciones en su contra no tienen bases y que la orden de captura es injusta.
“Nuestro compañero ha declarado públicamente su decisión personal de dar la cara y para eso invitó al pueblo a acompañarlo en una jornada pacífica, que expusiera masivamente el rechazo a la injusticia y la vocación de paz de los venezolanos”, señaló el MUD.
“Hoy, la mayor valentía es la sensatez. No caigamos en la trampa provocadora del Gobierno -añadieron los dirigentes-. El Gobierno debe afrontar la realidad, escuchar la voz del pueblo y hablar claro al país. No son los jóvenes que protestan un peligro para el Estado. Con la autoridad moral de quienes han condenado claramente la violencia, afirmamos que son la delincuencia impune y los ‘colectivos’ paramilitares armados (afines al Gobierno), la escasez y los precios altos los que amenazan la paz de la república”.
Aunque las autoridades dijeron que las manifestaciones fueron pacíficas, la agitación callejera se extendió a los municipios de Chacao y Baruta, en el este de Caracas, donde algunos exaltados quemaron llantas y bloquearon autopistas claves para el tránsito.
Se informó de hechos aislados que dejaron un muerto y varios heridos, en ataques a tiros perpetrados por desconocidos, no vinculados directamente con las protestas. No obstante, la ministra de Información, Delcy Rodríguez, tuiteó que el muerto es un trabador textil que fue abatido por los seguidores de López.
Más allá de toda la agitación, no hay indicios de que la continuidad de Maduro en el poder esté en juego. “Los problemas de los venezolanos los resolvemos los venezolanos”, dijo Maduro, exigiendo a Juan Manuel Santos (presidente de Colombia) y a su colega chileno Sebastián Piñera mantenerse al margen. “Ya basta, carajo”, resumió.